Licenciado en Filosofía por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Titulante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, en la UNAM. Maestría en Estudios en Psicoanálisis en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Especialización en Historia del Arte en la UNAM en el Programa de Posgrado de Historia del Arte. Entre sus publicaciones de filosofía, historia y psicoanálisis destacan “Lo político, la didáctica y la docencia”, artículo contenido en la revista Versiones de la Universidad de Antioquia, Colombia. También cuenta con narrativa publicada en revistas naciones e internacionales. Escritor. Publicó recientemente su primera novela, Puta vida. Docente e investigador en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en los Colegios de Arte y Cultura, Filosofía y Psicología.
El presente trabajo fue pensado como el último de una triada de artículos para presentarse en la revista Agnosia de cara al análisis de ciertas cuestiones que han definido a la modernidad. El primero de ellos, titulado “Bioética, biotecnologías: la salud y el problema de la justicia distributiva en la sociedad globalizada”, partía de la interrogante sobre la salud tal y como la define la OMS, y a partir de ahí se avanzaba hacia la pregunta sobre la industria farmacéutica y la relación existente entre la producción y el consumo de medicamentos y la distribución de los servicios de salud a nivel mundial.[1] Después publiqué el texto titulado “…y el lecho matrimonial se convirtió en un mar de sangre: técnica, modernidad capitalista y escasez artificial”, partiendo de lo discutido en el trabajo precedente, y donde el hilo conductor entre el uno y el otro fue el análisis de los conceptos de “escasez artificial” y “técnica capitalista”, teniendo como base la filosofía de Bolívar Echeverría. A continuación, pretendo despertar algunas reflexiones sobre la lectura que se ha hecho de las tesis del materialismo histórico desde finales de la década de los noventas del siglo pasado, para llegar a la formulación del denominado “excomarxismo” y la historia ambiental.
Comencemos por preguntarnos: ¿qué es el ecomarxismo y la historia ambiental? La respuesta podemos encontrarla en la definición que da James O’Connor: “
[…] la historia ambiental es el estudio de cómo la intervención humana configura y modifica la “naturaleza” y crea ambientes construidos y configuraciones espaciales, y de la forma en que los ambientes naturales y culturales permiten – y al mismo tiempo restringen – la actividad material, y, a la inversa, cómo la actividad humana hace posible e impide, simultáneamente, el desarrollo cultural y la “economía de la naturaleza”.[2]
Una de las primeras cosas que podemos advertir de esta definición es la relación existente entre el ser humano y la Naturaleza. Esto es algo que Marx ya tenía muy presente desde los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 al analizar el trabajo enajenado:
Cuanto más se apropie el trabajador del mundo externo de la naturaleza sensorial mediante su trabajo más se priva de los medios de existencia, en dos aspectos: primero, porque el mundo sensorial se convierte cada vez menos en objeto perteneciente a su trabajo o en medio de existencia de su trabajo y, segundo, porque se convierte cada vez menos en medio de existencia en un sentido directo, en medio de la subsistencia física del trabajador.[3]
En otras palabras, la lectura que Marx está haciendo del sistema filosófico hegeliano ocasiona que una de las primeras cuestiones que estará tomando en cuenta para su propio pensamiento es la relación entre la actividad humana y la Naturaleza. En una visión mistificada, la Naturaleza se concebiría como un Otro completamente despegado/desasociado de lo humano, cuando en realidad, la reproducción de las condiciones materiales de la existencia siempre ha implicado esa relación. En esta conceptualización de la Naturaleza, en la que puede haber Naturaleza sin lo humano, o lo humano sin Naturaleza, se cae en una fetichización que desembocaría en lo que Marx denomina “robinsonadas”. El término hace alusión, claramente, al personaje creado por Daniel Defoe, Robinson Crusoe, individuo que, prescindiendo de cualquier lazo social, desarrolla e implementa toda una serie de herramientas para su subsistencia. En la ficción, podemos pensar a un Robinson Crusoe sin problema alguno, pero a la hora de analizar la historia de la humanidad, difícilmente encontraremos algo así como un sujeto ahistórico, apolítico y asocial. Pensar estas “robinsonadas” equivaldría a pensar en algo así como “el sujeto social sin sociedad”.[4] Esto que acabamos de mencionar sobre la relación de lo humano frente a la historia y al conjunto social, se aplica también para la relación humano/Naturaleza, ya que la existencia humana siempre se ha encontrado mediada por la modificación del entorno. Aquí aparece el trabajo como una categoría central del discurso crítico de Marx: “El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza”.[5] De aquí podemos extraer la conclusión de que no existe una humanidad en-sí y para-sí que no contenga [aufheben] en su para-sí a lo Natural.
Debemos insistir en algo que ya había mencionado en el texto de mi autoría que le precede al presente trabajo, a saber, en el carácter contingente del “hecho capitalista”,[6] lo que en última instancia significa que la acumulación originaria que le antecede a la acumulación capitalista parte de una serie de hechos históricos, y, en consecuencia, se puede afirmar su contingencia.
Con la irrupción del modo de producción capitalista, las relaciones entre productores y consumidores encontraron nuevas configuraciones y modalidades, la más importante de ellas fue la mercantilización de la fuerza de trabajo. Pero, y como el lector ya lo estará advirtiendo, si el trabajo tal y como lo hemos definido establece una relación ineludible entre lo humano y lo Natural, le mercantilización de la fuerza de trabajo significó también una nueva forma de utilización de los valores de uso de la Naturaleza. La noción del concepto “Naturaleza” no podría ser la misma para algunos modos de producción pre o para-capitalistas que la que surgió en el marco del capitalismo comercial, industrial e imperial. Vayamos a las primerísimas líneas de El Capital, en donde se menciona que bien podemos comprender al modo de producción capitalista como “un inmenso arsenal de mercancías”.[7] Sólo hace faltar mirar a nuestro alrededor y allí, donde se encuentra usted, estimado lector – sea donde sea que se encuentre – le aseguro que se encuentra rodeado de una enorme serie de mercancías, comenzando con su propia vestimenta. Dicho esto, el modo de producción capitalista no sólo viene a mercantilizar la fuerza de trabajo, sino también, y como ya lo esperábamos, a la propia Naturaleza:
Los sistemas políticos y legales del capitalismo, la acumulación de capital y la conversión de la vida social y cultural en mercancías han producido […] una nueva naturaleza, una “segunda naturaleza” específicamente capitalista. Esto incluye la “división de la naturaleza” entre medios y objetos de producción y consumo. Al igual que antes el mercado de la tierra, la naturaleza ha sido capitalizada y sometida a la disciplina del mercado financiero. Lagos, costas marinas, bosques, sistemas biológicos y demás son “activos”; a falta de “precios reales”, un creciente ejército de economistas, ecólogos, ingenieros, calculan los “precios atribuidos” del aire limpio, el agua fresca, hasta ecosistemas completos, que se convierten en parte del “portafolio de inversiones” de una región o de un país.[8]
A esto, así como lo plasma el sociólogo y economista estadounidense, es a lo que en la actualidad hemos denominado “capital natural”.
Dicho todo lo anterior, no quisiera extenderme más en la definición de conceptos, y preferiría pasar a la siguiente parte del artículo, la cual consiste en una pregunta: ¿hacia dónde se dirigen las reflexiones sobre la ecología y el ambiente en nuestra actualidad desde el punto de vista materialista? Antes de aventurar una respuesta, echaré mano de la obra de Walter Benjamin y de John Steinbeck para acercarnos a las conclusiones.
En Las uvas de la ira publicada en 1939, Steinbeck describe el momento en que familias enteras son arrojadas de sus granjas debido a que el banco – una entidad abstracta, casi inexistente, de la cual nadie sabe su ubicación exacta, de dónde proviene o cómo funciona – ha comprado esas tierras. Las familias, antes de tener que ir quién-sabe-a-dónde observan cómo los buldóceres arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Lo que visualizamos en este pasaje no es sólo la relación humano-humano, sino también otra relación de explotación configurada a la manera de humano-Naturaleza. Hasta aquí con Steinbeck.
Por más que se ha trabajado, no puedo dejar de mencionar en esta breve exposición las palabras de Benjamin sobre el Angelus Novus:
Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso.[9]
Tan citado como este fragmento benjaminiano se encuentra, no quería dejar de mencionarlo a propósito de nuestra actualidad. El progreso: ese enorme huracán y ese gigantesco pretexto mediante el cual se justifica, en repetidas ocasiones, la barbarie.
Conceptualizando a la Naturaleza desde las tesis del materialismo histórico – tal y como lo hemos hecho ahora – se justifica la noción de “ecocidio” tan común para nuestros días, y quiero servirme de dos ejemplos para intentar responder, de alguna manera, la interrogante de cómo podemos usar toda esta serie de conceptos y categorías para pensar nuestra actualidad.
Podríamos mencionar muchos otros ejemplos como estos, no sólo en nuestro país, sino en muchas otras latitudes del planeta, pero con el afán de no extenderme más, y pretendiendo que esto sólo sea el inicio de muchas otras reflexiones sobre el tema, dejo hasta aquí el presente trabajo.
Bibliografía:
[1] Dicho sea de paso, después del surgimiento del COVID-19 me parece que habría que repensar y actualizar varias cuestiones del artículo mencionado.
[2] O’Connor, James, Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico, Siglo XXI, México, 2001, p. 75.
[3] Manuscritos económico-filosóficos incluidos en Fromm, Erich, Marx y su concepto del hombre, Fondo de Cultura Económica, Breviarios (Núm. 166), México, 2009, p. 106.
[4] Me atrevería a pensar que ya desde Aristóteles esto se encuentra más o menos claro, cuando el Estagirita define al ser humano como un ζῷον πολῑτῐκόν. La condición necesaria para el desenvolvimiento de la βίος está atravesada por la πόλις y posibilitada por el λóγος.
[5] Marx, Karl, El capital (Vol. I), Fondo de Cultura Económica, México, 2009, p. 130.
[6] Cfr: ““…y el lecho matrimonial se convirtió en un mar de sangre: técnica, modernidad capitalista y escasez artificial”, Agnosia, México, Reflexión Especular.
[7] Marx, Karl, Ibíd., p. 3.
[8] O’Connor, James, Op. Cit., pp. 84-85.
[9] Benjamin, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Ítaca, México, 2008, pp. 44-45.
[10] Munguía, Aldo, “Tramo 5 del Tren Maya: Revocan otros 2 amparos contra construcción; queda uno vigente”, <https://www.elfinanciero.com.mx/empresas/2022/08/08/tramo-5-del-tren-maya-revocan-otros-2-amparos-contra-construccion-queda-uno-vigente/>, ( revisado el 9 de septiembre, 2022).
[11] Dana, Joseph, “Lecciones de Ciudad de Cabo, la primera megaurbe que se quedó sin agua”, <https://www.technologyreview.es/s/13914/lecciones-de-ciudad-de-cabo-la-primera-megaurbe-que-se-quedo-sin-agua>, (revisado el 9 de septiembre, 2022).
[12] Robledo, Raúl, “Casi 500 colonias de 15 municipios de Nuevo León, sin agua; llueve poco”, <https://www.jornada.com.mx/notas/2022/08/12/estados/casi-500-colonias-de-15-municipios-de-nuevo-leon-sin-agua-llueve-poco/>, (revisado el 9 de septiembre, 2022).
[13] Silva, Alberto, “Justo en la sed: precio de agua embotellada y en garrafón sube hasta 20% en Nuevo León”, <https://www.elfinanciero.com.mx/estados/2022/08/20/justo-en-la-sed-precio-de-agua-embotellada-y-en-garrafon-sube-hasta-20-en-nuevo-leon/>, (revisado el 9 de septiembre, 2022).